UN METEORITO PARA 
LA SOCIEDAD CIENTÍFICA 
ARGENTINA DEL AÑO 2105



Prisma de madera estanco 
Meteorito de hierro IAB, 41 kg

ARTEBA, BUENOS AIRES 2018
MUSEO ROSA GALISTEO, SANTA FE 2019
MUSEO TAMAYO, CDMX 2020
GALERÍA BARRO, BUENOS AIRES 2022-23
MUSEO MODERNO, BUENOS AIRES 2023-24




Cuando Faivovich & Goldberg se convirtieron en custodios legales de un meteorito de 41 kg gracias a la cesión de un causante anónimo, imaginaron su emplazamiento –lógico pero también poético– en la Sala de Bustos de la Sociedad Científica Argentina. Una desavenencia de naturaleza imprecisa impidió sin embargo que ambas partes (artistas y SCA) se pusieran de acuerdo, por lo que la donación no se concretó y el traspaso emancipador de la roca entre la esfera privada y la pública no tuvo lugar.

Frente al dilema que supuso esta retiración forzada, el dúo decidió preservar el espécimen en una cápsula de tiempo diseñada a medida y legarle a las generaciones futuras el arbitraje sobre su destino final. En mayo de 2018 presentaron Un meteorito para la Sociedad Científica Argentina del año 2105, una ceremonia supervisada por escribano público durante la cual se selló el dispositivo que en su interior debe mantener encapsulado el meteorito hasta el 9 de julio del año 2105, fecha en que la Sociedad Científica Argentina podrá optar una vez más por la incorporación de la roca a su acervo. Respetando los ribetes tradicionales del universo ceremonial, el acto incluyó también la interpretación de una pieza musical compuesta para la ocasión, una suerte de oda que ornamenta y tiñe de buenos augurios la posibilidad de un entendimiento futuro, recién en el siglo XXII.  
 
Durante los años siguientes, los artistas orientaron sus esfuerzos a encauzar el rumbo temporal incierto de esta pieza y sembraron algunas estelas para orientarla en el viaje a su destino. 
En su exhibición ¡Saxa Loquntuur! no solo mostraron el meteorito (exhortado a permanecer en un fuera de campo visual y sostenido en su cápsula por una estructura que se asemejaba a un teseracto) sino que además convocaron a un grupo de afectos, colaboradores y colegas a redactar una serie de cartas. Dirigidas a la Sociedad Científica Argentina del año 2105, estas cartas fueron escritas con el fin de registrar un determinado momento de las ideas y los sentimientos humanos, pero también para acompañar la reapertura, en el futuro, de la opción que le permitirá a la roca hallar finalmente su morada pública. Los testimonios y algunos otros pocos materiales fueron asimismo puestos a resguardo en otro tipo de artefacto hermético, los “recordadores”: nuevas cápsulas que no podrán ser abiertas sino hasta las diversas fechas indicadas en sus frentes y que funcionan como un camino de migas de pan, reponiendo de manera fragmentaria un contexto histórico y emotivo para el meteorito y su existencia en el porvenir.

Al crear un grupo de sondas lanzadas directamente hacia el siglo XXII, los artistas evalúan la eficacia de la obra de arte como herramienta para revelar el entramado temporal que sostiene las estructuras legales, económicas y sociales alrededor de un determinado objeto. En última instancia, sin embargo, este trabajo plantea una cuestión en torno a la pervivencia de la voluntad humana y, mediante su carácter doble, que es a la vez concreto y simbólico, expresa una fe inmensa en que en el futuro se encuentren canales para resolver aquellas cosas que no han podido dirimirse en el presente.